2013
Y no se acabó el mundo como pensaba la gente que se
interpretaba del calendario maya, pero hay un cambio de era, donde la
alineación de los planetas y las energías, esperemos nos iluminen para que como
humanidad vayamos por un camino más coherente con nuestra naturaleza.
Sin embargo, la globalización de la cual se han
adueñado ideológicamente los fundamentos del capitalismo parece ser algo cruel
y sin piedad con la humanidad. Convenciendo a las personas que pertenecer a una
multinacional o empresa les daría estatus, calidad de vida y sentido de
pertenencia, destruyendo todos los oficios que las personas desempeñaban por
libre (como lustrabotas, vendedores de periódicos, amas de llave, etc)
ofreciendo calidad de servicio a sus clientes; aunque este sistema ofreciera un
sistema de vida con ciertas garantías para los nuevos trabajadores, en realidad
estas prácticas fueron matando la autonomía de las personas, tan reclamada hoy
en el emprendizaje – competencia extremadamente requerida por la sociedad del
conocimiento pero la cual no está entrenada ni el sistema preparado en su
totalidad para implementarla-.
Estos cánones han llegado hasta los sistemas
educativos, basándolos en indicadores económicos y poniéndolos al servicio de
la mecánica global con todos sus vicios, en cuyas transiciones – pues la
rapidez de sus cambios ha exigido que se ajusten ciertos aspectos con víctimas
humanas- se diezma a la población del sistema en una especie de darwinismo
social, donde lo que más resalta es que las generaciones más viejas y los más
desfavorecidos se quedan afuera, como desadaptados.
A nivel urbano, los negocios de toda la vida
dedicados a temáticas de ocio y desarrollo como lo son el cine y las librerías,
han sido víctimas también de las nuevas tecnologías o de los números, pues en
general las personas por haber tenido acceso a un sistema educativo empobrecido
y funcional a puesto de trabajo mecánicos y educados para seguir las
corrientes, no saben elegir, apreciar o incluso producir actividades
socio-culturales de calidad que realmente reflejen quiénes son. Por lo cual
estos locales se han visto obligados a cerrar y a transformarse en locales de
comida rápida o bancos que empobrecen más el alma de los seres humanos.
Como consecuencia, el factor esencial que se ve afectado
por estos procesos es la identidad. La identidad global que se pretendía
desarrollar a través de los programas de la Unesco, amparada en la carta
fundamental de los derechos humanos, se ha visto tergiversada pues las personas
quieren vivir vidas que no les pertenecen, que no reflejan su contexto y el
producto más crítico de la situación es una crisis de identidad anodina que no
permite reaccionar ante aberraciones obscenas que ocurren frente a nuestros
ojos de manera consciente. ¿A quién le interesa una sociedad así? ¿A quién le
interesa vivir una vida que no es su vida? Todo por el bien del dinero que
acumulen las multinacionales, a costa de quebrar países para tomar el timón de
las masas sin un destino claro, más que el dinero por el dinero.
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