martes, 19 de noviembre de 2013

Igualdad Ilusoria, marzo 2013

Un año más de “celebraciones” por el día de la mujer trabajadora. Sin embargo, entrado el siglo XXI seguimos siendo ciudadanas de segunda clase, con ciertos derechos, somos más libres dentro de las fuerzas opresivas de un mundo masculinizado que lleva las riendas del poder, frente al cual hay que inclinar cabeza y agradecer que estemos mejor que nuestras abuelas.
No obstante, no somos las únicas que tenemos que dejar nuestra esencia de lado para poder ser parte del juego, al cual nos gustaría modificar ciertas reglas. Existen diversos tipos de masculinidades que no comparten algunas reglas de este juego y sufren consecuencias por doble: porque son hombres y debieran compartirlas pero no están de acuerdo.
Las leyes de discriminación positiva que exigen más mujeres en cargos directivos, exigen mujeres con rasgos acordes a las leyes masculinas del capitalismo, que nada tienen que ver con aspectos esenciales de la feminidad, como respetar los ciclos humanos de la naturaleza, nuestro propio cuerpo cada mes nos recuerda que no somos máquinas y que hay días que son más sensibles y hay que reposar.
La velocidad de la era de la información nos somete a ritmos que no podemos asimilar y nos cuesta entender la foto general del sentido de muchos aspectos vitales en la humanidad contemporánea, porque en realidad si nos ponemos a analizar ciertas situaciones, todo esta lleno de contradicciones.
Cómo modificar un sistema que promueve la ansiedad de consumo para llenar nuestras vidas de vacío y vaciarla de sentido. El crecimiento económico genera un estatus que tiene muchos costos para la identidad y sustentabilidad de nuestra integridad y pareciera como que la humanidad ha llegado a su adolescencia dándose cuenta que somos finitos y debemos cuidar nuestra fragilidad sistémica.

El modelo actual no nos ayuda, el anterior tampoco pero tenemos capacidad para desarrollar un modelo donde todos quepamos y un rasgo esencial a considerar es el género, equilibrar las laboras productivas y reproductivas para conservar el equilibrio es fundamental para la adolescencia de la humanidad.

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